lunes, agosto 15, 2005

ENEAGRAMA


















Sólo puedo transcribir mis conocimientos del Eneagrama, gran herramienta terapéutica.

Para variar fue Alex quien me ayudó a reconocer mi eneatipo.... ahora dejo estas lecturas para que ustedes conozcan un poco más al respecto.

Buen provecho!!!!


EL ENEAGRAMA

El propósito principal del eneagrama es descubrir el tipo al que pertenece cada uno, descubriendo así nuestra compulsión y aprender a trabajar sobre ella, a fin de lograr en definitiva nuestra libertad, sanación y acercamiento a Dios. Es un viaje de autoconocimiento.

El eneagrama tiene una larga pero velada historia. Se cree que se originó en Afganistán, casi hace unos dos mil años; quizás en los primeros años de la influencia cristiana en Persia y luego se infiltró en los círculos musulmanes después de que esta religión invadiese Asia Central y el Subcontinente de India.

Hasta el presente siglo ha permanecido estrictamente como una tradición oral y secreta sólo dada a conocer a los adeptos del sufismo. Lo que en Occidente se conoce del Eneagrama tuvo su inicio con George Gurdjieff, si bien no hay una descripción escrita de dicho trabajo.
A Oscar Ichazo se le atribuye el conocimiento del eneagrama sufí en círculos académicos, primero en Chile, de donde es originario y luego en EEUU. Ichazo se educó en Bolivia y Perú y fue introducido en la tradición sufí del eneagrama por un hombre cuyo nombre él prefirió no revelar. Algunos años después Ichazo atrajo la atención de algunos miembros de Esalen (California), entre las que se encontraban Claudio Naranjo, O`Leary, Helen Palmer y otros prestigiosos psiquiatras que actualmente enseñan dicho conocimiento.

El sistema del eneagrama fue introducido por primera vez de manera pública en el Curso de Experiencias Religiosas realizado en 1971 en la Loyola University de Chicago y posteriormente en distintos seminarios y talleres por todo el planeta en los que se ha podido constatar experimentalmente la validez de este sistema.

QUÉ ES EL ENEAGRAMA (Eneas = nueve)

El modelo del Eneagrama se aplica para delinear los procesos cosmológicos y el desarrollo de la conciencia humana. Se trata de un diagrama, de una estrella de nueve puntas, que puede ser utilizado para trazar el proceso de cualquier acontecimiento, desde su principio y a través de todas las etapas de progreso de dicho evento en el mundo material, pero nuestro enfoque es psicológico y está aplicado al estudio del carácter humano.
El propósito principal del eneagrama es descubrir el tipo al que pertenece cada uno, descubriendo así nuestra compulsión y aprender a trabajar sobre ella, a fin de lograr en definitiva nuestra libertad, sanación y acercamiento a Dios. Es un viaje de autoconocimiento.
La compulsión típica de una personalidad se experimenta como una fuerza básica que nos conduce como una fijación a reaccionar de manera irresistible especialmente cuando permanece escondida, sin reconocer por nosotros mismos. Todo ello debido a ciertas pautas o mandatos asimilados e introyectados en nuestra infancia. "Nunca confíes en nadie". Si no tomas el poder, lo perdiste". Lo más importante es ocultar los sentimientos. "No estamos en un mundo perfecto". "Yo no valgo", "No soy digno de ser amado", "No merezco amor". Es como la imposibilidad de llegar a ser lo que somos auténtica y verdaderamente.

El descubrimiento de esta compulsión supone una ruptura de la estrategia defensiva cuidadosamente escondida que una persona ha desarrollado para su propia seguridad y una existencia significativa. Cuando esta fuerza o compulsión que nos dirige no ha sido enfrentada directamente tiene gran influencia en las decisiones que tomamos sobre los que tenemos o no que hacer y cómo pensar en nosotros mismos en relación con los demás.

LOS NUEVE RASGOS

Según el sistema del eneagrama existen nueve tipos de personalidad humana o nueve rasgos característicos. Lo que se intenta no es salir de nuestro rasgo principal sino observarlo para combatir la automatización de nuestras vidas.

1. LA IRA. El Perfeccionista-Resentido
El tipo "uno" es la ira o la cólera, entendida en todas sus variantes y matices: irritación, frustración, insatisfacción, resentimiento, impaciencia, desdén, intolerancia, rencor.
El elevado rigor ético y de comportamiento del 1 con las exigentes expectativas que abriga respecto de sí mismo y de los demás, le hace percibir enseguida y sufrir la diferencia existente entre el ideal y la realidad. A pesar de todos sus esfuerzos y de su incansable trabajo, la realidad y las relaciones siguen siendo muy imperfectas y dejan mucho que desear. El 1 aprieta los dientes para disimular su insatisfacción y enmascarar su ira, que le produce malestar y disgusto, porque le hace dar una imagen demasiado humana e imperfecta de sí. Está convencido de que las personas educadas no tienen que airarse jamás y su insatisfacción se manifiesta y se somatiza en la tensión de su rostro y en el tono de su voz.
El 1 es una olla a presión, cuya rabia contenida y controlada, puede manifestarse bajo diversas formas, tales como:
- La superioridad: La irritación ante las limitaciones de los de mas puede traducirse en actitudes de superioridad profesional, estética, intelectual, de comportamiento.
- La critica: constante inclinación a detectar instintivamente los errores y los aspectos negativos de las personas, así como a puntualizar sistemáticamente las cosas que no funcionan, tanto dentro de fuera.
- El perfeccionismo: excesiva preocupación por los detalles, debida a su obediencia a normas y autoridades abstractas, a su obediencia a normas y autoridades abstractas, a su obsesión por la mediocridad y a su impaciencia consigo mismo y con los demás.
- El moralismo: tendencia a imponer los propios criterios y juicios, adoptando un tono de sermón y de reprimenda en relación con los comportamientos considerados erróneos, el moralismo degenera a menudo en actitudes culpabilizadoras.
- El supercontrol: la tendencia a la rigidez y a la falta de espontaneidad. La tensión provocada puede dificultar la distensión, perturbar el sueño, complicar la digestión y originar ulcera, gastritis, etc.

Los unos tienen su salida buena logrando la serenidad del corazón mediante la práctica de actitudes como las siguientes:
- Educarse en la afirmación de lo que hay de bueno y positivo en uno mismo y en los demás, sin atormentarse por lo que sigue siendo incompleto e imperfecto.
- Ser conscientes de que hay distintos modos de hacer las cosas, sin menospreciar los de los demás.
- Transformar la cólera en energía positiva, sin necesidad de juzgarla o de justificarla, sino canalizándola al servicio de la justicia y de la verdad.
- Tener paciencia y apreciar los pequeños esfuerzos sin lamentarse por los errores cometidos o las oportunidades perdidas.
- Aprender a reírse de uno mismo, desdramatizando los propios desaciertos y relativizando las angustias.
- Valorar la importancia de las cosas objetivamente, sin hacer una montaña de un grano de arena, ni de una pulga un elefante.
- Consolarse con la idea de que la salvación del mundo no depende de los propios esfuerzos y confiar en la providencia de Dios.
- Convivir creativamente con las propias limitaciones e imperfecciones.
Crítico de sí mismo y de los demás. Convencido de que existe una sola forma correcta. Se siente éticamente superior. Con frecuencia utiliza palabras como "debo" o "tengo que".

Los unos evolucionados pueden ser héroes morales con excelente capacidad crítica. Los Uno fueron niños buenos, aprendieron a portarse bien, a ser responsables y a hacer lo correcto. Aprendieron a controlarse con severidad. Trabajadores rectos independientes y perfectos. Perfeccionismo. Están en contra de las cosas como están. Ellos creen que luchan por mejorar algo. Parecen personas muy justas y de gran moralidad. Muy poca aceptación del otro. Intentan acomodar a su pareja a sus expectativas. Son amas de casa "perfectas y pulcras". Puritanos: son más papistas que el Papa. Tienen voz firme y pronunciado mentón, la voz muy firme. Corrigen lo que está mal, se fijan en la mancha, no en el traje. Se dedican a causas benéficas Exigentes y estrictos. Exigen respeto. Piden JUSTICIA. Miedo a dejarse llevar, a la pasión. Aristócratas ordenados y limpios. La palabra ese CONTROL. Es una no-aceptación de la naturaleza. Es realista, convicciones fuertes, prejuicioso y rígido. El deber está por encima del placer. Interés por los reglamentos, por las normas. Tienen la compulsión de decir "cómo debería de hacerse". Echan mano de la razón, abogacía innata.

2. EL ORGULLO. El que da
El pecado original de los 2 es el orgullo, que en la tradición cristiana ha sido considerado a menudo como el mas grave de todos los pecados. El 2 cree estar animado en su servicio por los mas altos motivos y hacerlo todo sin segundas intenciones. En la práctica, le resulta bastante difícil observarse a sí mismo interiormente y percibir su subjetivismo. El aparente altruismo de esta personalidad es la manera legitima que tiene de vivir su propio egoísmo. En cierto sentido el 2 está convencido de no tener necesidad de los demás y de que los demás en cambio si tienen necesidad de él; está convencido de que él no necesita a Dios, sino que Dios tiene necesidad de su ayuda para salvar al mundo.
El orgullo, que impide la capacidad de introspección y la aceptación global, no parcial de la verdad, puede manifestarse de diversas maneras:
-La hipervaloración: tendencia a sobre valorar los propios méritos y a creer que puede afrontarse cualquier problema contando con las propias capacidades para administrar las crisis y acudir en auxilio del prójimo. El 2 tiene una gran necesidad de sentirse necesario y/o indispensable en la vida de los demás.
- La hipersensibilidad emotiva: excesiva sensibilidad y ansiedad frente a las criticas o los indicios de ser rechazado. Cuando se siente herido, el 2 se cierra en sí mismo y se hace agresivo. De vez en cuando aparece la envidia como expresión de su necesidad de mantener dependientes a las personas de su entorno.
-El hedonismo: búsqueda del placer y de toda clase de gratificaciones, incluidas las culinarias, para compensar la falta de afecto y de ternura.
-La seducción: empleo de técnicas, verbales o no para atraer sobre sí la atención de las personas que despiertan su interés o admiración.
-La proyección: método recurrente de atribuir a los demás los propios sentimientos y necesidades, como justificación para honrarles mediante el propio servicio y disponibilidad.

La salida positiva del "orgulloso" consiste en practicar la humildad que no es otra cosa que un orgullo sanado y santificado. Verse desnudo es como verse desnudo delante de un espejo sintiendo gratitud por lo que este refleja, sin exagerar orgullosamente los propios sentimientos, imaginándolos mayores de lo que son y sin minusvalorarse negándose a aceptar lo que hay.

La humildad se practica a través de actitudes como las siguientes:
- Aceptar las propias limitaciones, necesidades y sentimientos,
- Reconocer que las propias motivaciones, a la hora de ayudar a los demás, están a menudo mezcladas con exigencias personales de fondo.
- Darse cuenta de que cuando estalla la cólera o el resentimiento es porque hay necesidades reprimidas o insatisfechas que piden ser atendidas.
- Aprender a ser uno mismo, mas que esforzarse en complacer a los demás.
- Quererse a uno mismo independientemente de la utilidad práctica que uno pueda suponer para el prójimo.
- Dejarse querer por los demás, sin ceder a la necesidad de comprar o ganarse su afecto con el propio esfuerzo.
- Alegrarse cuando las personas se hacen independientes y autosuficientes.
- Encontrar espacios para estar a solas con uno mismo, como oportunidad para la profundización interior.

Exige aprobación y afecto. Busca ser amado y apreciado volviéndose indispensable para otra persona. Entregado a satisfacer las necesidades de los demás. Manipulador.
Los dos evolucionados son personas genuinamente consideradas y solícitas.
Los Dos poseen una tremenda necesidad de afecto y aprobación. "¿Les pareceré simpático?" Desean ser amados, protegidos y sentirse importantes en la vida de los demás. Durante su infancia estas personas obtuvieron amor y seguridad complaciendo las necesidades de los demás. Por ello son muy intuitivos para captar la necesidad ajena.
La persona orgullosa se siente tan maravillosa que no necesita exhibirse, pero su máxima necesidad es la atención para lo cual seduce: a cada uno le da lo que quiere. Promete más de lo que cumple. Le atraen las emociones y las caricias, necesita gente para abrazar y contactar. Es un dar para recibir un estar en el otro para que le hagan caso. Como princesas. Es una niña buena pero puede resultar fatal. Seduce con total inocencia "Ya sé que soy maravillosa, pero no lo hago queriendo".

3. LA VANIDAD. El organizador. Falsificación.
El engaño o la mentira es el pecado capital del 3, una personalidad que busca el éxito en todo cuanto hace para lo cual trata de embellecer y manipular la realidad. El 3 recurre a un montón de trucos para enmascarar la verdad o para vender sus propias ideas o productos. Es un maestro del arte de la manipulación que emplea en lugar de la honestidad, porque esta convencido de que las mentiras son un modo de transmitir la verdad, pues considera que es verdadero todo lo que funciona.
La tendencia al engaño, mas o menos evidente, puede manifestarse de las siguientes formas:
- La orientación al éxito: el 3 es instintivo y competitivo por naturaleza y no le interesan mas que los resultados. Sabe imprimir enseguida la marcha adecuada para avanzar tanto en el campo profesional como en el de las relaciones.
- El arte de la manipulación: se expresa en su instintiva habilidad para suscitar la admiración y el favor de los demás y para exponer sus proyectos de manera convincente a la hora de conseguir todo tipo de apoyos.
- El pragmatismo: su filosofía de la vida está orientada a la acción, a opciones y estrategias concretas. Para el 3 es verdadero lo que es practico y no existen verdades objetivas.
- La atracción sexual: esta personalidad se sirve de sus especiales aptitudes sociales y comunicativas para despertar la atención y ganarse las simpatías, convencido de que toda conquista afectiva es un nuevo éxito.
La ambigüedad. Tendencia a vivir de dos maneras diferentes: la más visible es la orientada al exterior y está hecha de apariencia, de imagen y de adaptación, la otra tiene que ver con el mundo interior y es más genuina, privada y protegida.

La salida buena de los organizadores consiste en integrar la virtud de la verdad, que se cultiva mediante la practica de actitudes como las siguientes:
- Ser transparente y jugar con las cartas boca arriba, sin esconderse detrás de la profesión, el cargo o la imagen.
- Ser consciente de las mascaras y trucos que se emplean para manipular al prójimo o a uno mismo.
- Prestar mas atención a los sentimientos y las necesidades del corazón, sin proyectarse instintivamente en la acción o en los propios proyectos.
- Saber percibir las diferencias entre la acción y el sentimiento, especialmente en las relaciones interpersonales.
- Reconocer la discrepancia existente entre la imagen publica que se quiere dar y el mundo privado que se quiere esconder.
- No permitir que la eficacia sea el principal criterio para valorar las situaciones y a las personas.
- Afrontar con humildad el misterio de la cruz y el fracaso como senderos hacia la verdad de las cosas y aprender a decir "me he equivocado, discúlpame".

Busca ser querido por su rendimiento y logros. Competitivo. Obsesionado con la imagen de triunfador y con status comparativo. Maestro de las apariencias. Pueden aparentar ser más productivos de lo que son en realidad. Confunden su ser real con la identidad del trabajo. Lo tres evolucionados pueden ser líderes efectivos, buenos presentadores, capitanes de los equipos vencedores.
Los Tres fueron niños que recibían premios por sus logros y puesto que eran amados por sus logros aprendieron a reprimir sus propias emociones y a adquirir el rasgo que les garantizara el amor. La idea era esforzarse mucho para lograr el reconocimiento, asumir posiciones de liderazgo y ganar, siendo muy importante evitar el fracaso. Aparentan optimismo y bienestar, abandonando sus emociones y trabajando para obtener recompensas externas. El trepador, el ejecutivo, la supermami que a todo llega.
Son muy activos y evitan el tiempo libre si no les hace escalar u obtener buenos resultados. Su autoestima depende de su rendimiento. Su vida familiar es de anuncio: "Viajamos juntos, hablamos mucho con los chicos, jugamos a tenis". Interpreta la imagen profesional requerida. Competitivos, pasión por el éxito. Sienten que son sólo lo que aparentan, una mujer puede identificarse con su bonita forma, su modo de vestir (su mascara). Muy perfecto pero alienado. "No sé quien soy, pero lograré lo que me proponga", "Debo ser el mejor para que me tengan en cuenta". Arrogantes, ambiciosos, entusiastas, enérgicos, dominantes, tipo neutro, controlado, frío en las emociones, gestos estudiados. Se encuentra mal en soledad, necesita ser admirada. No pierde las formas, solo muestra su tristeza en la intimidad.

4. LA ENVIDIA. El Romántico-La comparación
La envidia, el pecado capital de los 4 es un sentimiento provocado por el deseo de tener lo que no está al alcance de uno. Nace de percepción de la carencia de algo o de alguien. Este sentimiento puede asumir una connotación sexual (el deseo de mantener relaciones con alguna persona), social (la ambición de pertenecer a una clase privilegiada o de desempeñar un papel importante), material (la codicia de bienes físicos, casas, vestidos, alimentos...), intelectual (la atracción por personas cultas, eruditas y estimulantes).

La envidia puede manifestarse de las siguientes maneras:
- La pobreza de la imagen personal: La envidia parte de una insatisfacción por lo que se es o lo que se tiene, el individuo tiene dificultad para aceptarse y reconciliarse consigo mismo.
- La competición: el miedo a encontrarse con alguien que podría resultar mas atractivo e interesante que le lleva a l 4 a entablar una competición para no perder la batalla. La pugna puede situarse en el campo de la imagen, del vestido, del estilo de la vida, de las armas de seducción empleadas para conquistar la atención de alguien.
- La intensidad emotiva: para sentirse vivo y especial, el 4 busca todo cuanto es profundo, hermoso y doloroso, y rechaza la rutina y la vulgaridad.
- El maridaje con el sufrimiento: el sufrimiento es un aliado porque crea intensidad de sentimientos, riqueza de vida, sensibilidad exacerbada y mayor profundidad en el encuentro con los demás. A veces el 4 se desposa con el sufrimiento ensimismándose en el papel de victima o incomprendido.
-la busqueda de afecto: la superación del sentimiento de vacío, de soledad y de abandono se produce mediante la Búsqueda de alguien que le ame de verdad, para conseguir esa relación puede hacerse dependiente del otro.

La salida de los "cuatros" consiste en saber descubrir el equilibrio y la armonía mediante la practica de actitudes como las siguientes:
- Aceptar serenamente la insatisfacción de los propios deseos.
- Aprender a satisfacerse sanando la tensión entre la atracción por lo que no hay y la repulsión por lo que hay.
- Vivir el presente, sin dejarse llevar por la nostalgia del pasado ni buscar compensaciones imaginarias soñando con un futuro maravilloso.
- No ceder a la autocomplacencia, sino encauzar las propias energías en acciones constructivas, desarrollando las propias capacidades sociales.
- Valorar con serenidad y apertura lo que es único y exclusivo y lo que es normal y ordinario, tanto dentro como fuera de uno mismo.
-Transformar las propias heridas en compasión y comprensión para con los sufrimientos de los demás.
- Recuperar el equilibrio de la propia vida sentimental.
- Amarse y aceptarse, aprendiendo a ser buena compañía para uno mismo.

Atraído por lo inaccesible; el ideal nunca está presente en el aquí y el ahora. Trágico, triste, artístico, sensible, original; concentrado en el amante ausente, la pérdida de un amigo.
Los cuatro evolucionados son creativos y pueden ayudar a mitigar el dolor en los demás; están comprometidos con la belleza y vida apasionada: nacimiento, sexo, intensidad y muerte.
De su infancia, los Cuatro recuerdan el abandono y como resultado sufren de un sentimiento de carencia y de pérdida. Se quedan concentrados en el amor perdido, en el amor imposible. Se deprimen con frecuencia. Algunos lo aceptan de forma fatalista, permaneciendo en largos periodos de autoaislamiento, otros luchan contra la depresión a través de una frenética hiperactividad, si bien los hay que pueden profundizar en lado más oscuro de las personas a través del arte. La melancolía crea una atmósfera de dulce lamento, haciendo que los cuatro se sientan intensamente vivos en estos cambios emocionales.
Se mantienen a una distancia segura, no muy lejos para que la nostalgia familiar no se convierta en desesperación. Tiene miedo a ser nuevamente abandonado. Están en la comparación. "Aquel tiene algo que a mí me falta". Buscan seres poderosos para emparejarse, gente protectora. Tienden a despreciar a quien les ama ya que sienten: "Qué poco vale esa persona que me aprecia, siendo como soy tan poco valiosa"
Carencia, necesidad de ser llenado con algo de fuera. Están en la queja. Rasgos físicos, marcado entrecejo, falta de volumen corporal, imagen original, cara de bruja. Atraen el amor necesitando más. "Se echa al suelo para que le levanten". "Intentos de suicidio para llamar la atención". Nunca están conformes con su pareja. Intentan ampliar su cultura y conocimientos para emular a los otros, llegando a ser muy refinados o artísticos. No se conforman con ser como el otro, además quieren cortarle la cabeza. Hay cierta relación con las maneras homosexuales. Son celosos "Si me quieren, no valen lo suficiente. Críticos y mordaces

5- LA AVARICIA. El Observador-La Negación
El 5 tiende a retenerlo todo para sí. Tras haber construido con esfuerzo su patrimonio intelectual y su mundo personal, no está dispuesto a privarse de lo que tiene o de lo que sabe por miedo a empobrecerse. La avaricia se manifiesta en distintos contextos: en el ámbito intelectual como tendencia a no comunicar los propios conocimientos e intuiciones; en el ámbito afectivo, como inclinación a no compartir los sentimientos y a mantenerse emotivamente distante; en el ámbito social como resistencia a implicarse y a emplear el tiempo en cosas superficiales; en el ámbito material, como apego excesivo a las cosas queridas.

Las modalidades concretas en que puede expresarse la avaricia son las siguientes:

- La autonomía: el 5 tiene una especial necesidad de exclusividad e independencia, posee una gran capacidad de supervivencia y manifiesta un estilo de vida austero.
- Acumular conocimientos: Esta personalidad se distingue por su especial predilección por ampliar su patrimonio intelectual mediante la reflexión y la discusión incluso sobre conceptos abstractos y mediante la lectura de temas interesantes y estimulantes.

- Distanciamiento emotivo: esta tendencia se advierte en el limitado nivel de autonciencia emotiva, en la sensación de vulnerabilidad en la relación con las personas al nivel de los sentimientos y en el miedo a la implicación afectiva y al consiguiente peligro de dependencia.
- La huida de los compromisos: el 5 se siente incomodo a la hora de asumir compromisos a largo plazo, porque podrían privarle de la necesaria libertad e independencia. Puede por ejemplo negarse al matrimonio porque le nacimiento de los hijos le exigiría emplear un tiempo y unas energías que no esta dispuesto a sustraer a otras esferas vitales de su existencia.
- Dejarlo para mas tarde: Prefiere observar y pensar a actuar y tiende a diferir la acción y a renunciar al propio protagonismo.

La salida que tienen los "cuatro" para su crecimiento consiste en cultivar la virtud del desinterés que se practica mediante actitudes como las siguientes:

- Compartir los propios conocimientos sin temor a empobrecerse.
- no dar por supuesto que la manera de pensar de uno sea superior a la de los demás, sino ser conscientes de que hay diversos tipos de inteligencias.
- tomar la iniciativa de revelar los propios sentimientos para establecer relaciones de intimidad.
- implicarse en la acción y con los demás a fin de disminuir el propio aislamiento
- esforzarse por trabajar en equipo, sin limitarse a confiar en los propios recursos.
- dejar que la vida sea maestra, mejor que depender de los propios esquemas mentales de referencia
- mantenerse en contacto con la propia corporeidad y encauzar las energías hacia la acción.

Mantiene una distancia emocional con respecto a los demás. Protege su privacidad, no se conecta. Se siente agobiado por los compromisos y las necesidades de los demás. Se aísla de los sentimientos, de las personas y de las cosas.
Los cinco evolucionados pueden poseer excelente poder de decisión, pueden ser grandes intelectuales y monjes.
Son personas tímidas, cerradas e introvertidas, les gusta vivir aislados o solos, lejos de las tensiones emocionales. A menudo desconecta el teléfono y están apartados en los grupos.
De niños, los Cinco se sintieron invadidos, por lo que guardan su espacio y su privacidad. El mundo exterior es percibido como invasivo y peligroso, así que se conforman con lo poco que tienen antes de arriesgarse a salir de casa. Y lo que tienen es gran imaginación y gran capacidad de pensamiento. Encontrarán formas de evitar el contacto. Viven su propia vida como espectadores, intentando no involucrarse. Sienten gran necesidad de afecto pero se ven paralizados para acercarse por lo que vive desconectado de sus emociones creando un enlace mental con el mundo. Son los sabios solitarios.
Avaricia de Tiempo o de energía (no sólo de dinero). Es un cerrarse para no dar. "Si doy lo poco que tengo, me quedo sin nada". Se cansa de la vida social pero en su retiro goza de cada relación con el recuerdo. Se siente carente, retiene lo que posee. Agrede mediante la retirada del cariño. Prefiere estar libre de obligaciones, huye del compromiso. Prefiere confiar en sí mismo. Se guardan lo que sienten, no lloran fácilmente. Tienen problemas sociales de comportamiento. Se amuralla para no ser invadido. Sin movimiento, como catatónicos. Desconecta del otro a través del desconectar de sí. Orden intelectual. Inaccesible. Se siente atrapado por todo.

6. LA COBARDIA. El que duda.
El pecado radical del 6 es el miedo, un sentimiento que surge cuando se prevé una amenaza y que puede deberse a causas externas o internas. La amenaza o la sensación de peligro puede ser real o imaginaria y puede guardar relación con realidades presentes o futuras. El 6 es un especialista en idear escenarios catastróficos y es prisionero de sus propias trampas mentales.
Los miedos que le torturan tienen diversos nombres: miedo al cambio, miedo a equivocarse, miedo a lo desconocido, miedo a la soledad, miedo a la critica, a la hostilidad, al engaño o a la traición...
Frente a estos miedos, encuentra seguridad y refugio en la autoridad externa y en aquellas instituciones que representan puntos firmes de referencia para su acción. Los sufies definieron a la Iglesia Católica como una iglesia constituida por tipos 6, pensaban efectivamente que el sistema romano se basaba excesivamente en el temor y había llevado a muchas personas a tener miedo de Dios, del clero, de los pecados mortales, de sí mismos y de su propio cuerpo. Especialmente en el periodo que precedió al Vaticano II, la Iglesia a través de la fidelidad y la obediencia a sus verdades absolutas e indiscutibles, se presentó como un lugar ideal para las personas inseguras.

El miedo de los 6 puede asumir diversas manifestaciones:

- La incertidumbre crónica: el 6 vacila, no porque esté confuso acerca de las tareas que debe realizar, sino porque cuestiona sus propias capacidades. A menudo carecen de confianza personal, dudan de sí mismas, vacilan a la hora de tomar decisiones y tienden a recoger constantemente nuevas informaciones para no correr el peligro de equivocarse.
- La dependencia: La recuperación de la seguridad personal se produce a través de la fiel observancia de reglas y normas y la obediencia a la autoridad, mientras que las situaciones no estructuradas provocan ansiedad.
- La sospecha: El 6 no se fía fácilmente de la personas y tiende a dudar de las intenciones de los demás. Presta atención a dudar de las intenciones de los demás. Presta atención a los mensajes verbales y no verbales o a los significados ocultos, desconfía y critica a quien transgrede y esta siempre atento a prevenir eventuales peligros.
- La intolerancia ante la ambigüedad: esta personalidad tiene necesidad de claridad, de llamar a las cosas por su nombre y no soporta la idea de la ambigüedad, por eso puede mostrarse rígido e inflexible frente a aspectos o interpretaciones de la verdad que no coinciden con la suya propia o que le parecen dudosas y ambivalentes.
- La búsqueda de amistad: el 6 evita el peligro de ser rechazado promoviendo una imagen positiva de sí a través de la hospitalidad, la afabilidad y la amabilidad a veces pecando de obsequioso o exageradamente fiel.

La salida de los "seis" está en desarrollar la virtud del valor, que puede cultivarse mediante la practica de actitudes como las siguientes:

- Consolidad la propia autoridad interior.
- Aprender a correr riesgos y a tomar decisiones para ganar confianza en uno mismo.
- Crecer mas en los valores de fondo que en las normas o en las instituciones.
- Privilegiar la acción, en lugar de obsesionarse con elucubraciones mentales teñidas de miedos y peligros a menudo imaginarios.
- Responsabilizarse de las propias opciones y acciones, sin esconderse detrás de la autoridad.
- Expresar con claridad las propias ideas sin dejarse llevar por el miedo o por la duda frente a las posibles reacciones o criticas.
- Promover la propia autonomía e independencia, tomando decisiones en sintonía con los propios valores, aunque puedan contrastar con el parecer de los demás.
- Ser audaces, no tener miedo a tener valor.

Temeroso, obediente, lleno de dudas. El pensar sustituye al hacer, teme hacerlo por temor de ser atacado al exponerse. Es leal a la causa, vacila, se siente perseguido y se rinde cuando le acorralan. Al sentirse acorralado sale a enfrentar el terror de forma agresiva.
Los seis mas trabajados pueden ser excelentes miembros de un equipo, soldados leales y buenos amigos. Trabajan en una causa de la misma manera que otros trabajan para su beneficio personal.
Los Seis, de jóvenes, recuerdan haber temido a las personas que tenían poder sobre ellas y haber sido incapaces de actuar por sí mismos. Para aliviar esta inseguridad tratan de encontrar una figura protectora sólida o ir en contra de la autoridad. Brindan lealtad a una institución protectora como la Iglesia, una empresa.. Son en extremo leales, encuentran en el grupo su identidad y su seguridad. La duda, incapacidad para decidir, miedo al castigo. Su vacilación deriva de su inseguridad.
Son paranoicos, se sienten vigilados. Son bastante tímidos, depende del subtipo (6-belleza, 6-Fuerza o 6-conservación). Lucha contra el miedo. Obediente con los de arriba, autoritario con los de abajo. Necesita apoyarse en otro, busca la alianza por temor a la propia indefensión. Tendencia a controlar sin permitirse el instinto o la intuición. Los hombres Seis tuvieron problemas con el padre. Tienen un nivel muy alto de culpa. Una vez tomada una decisión, aún continúan con la duda. Los Seis Fuerza necesitan demostrar su poder en cualquier situación para prever que nadie se le vuelva en contra, por miedo.

7. LA GULA. El epicúreo-El escapista

El pecado de los "7" es la destemplanza. No se trata solo de una avidez limitada a los pecados de la gula, sino de una inclinación general al exceso y a la inmoderación.
El Peligro esta en idolatrar el placer, un peligro espacialmente presenta en la actual sociedad del bienestar, que alimenta la cultura de la gratificación y de la satisfacción inmediata de deseos y apetitos diversos. El pecado de destemplanza puede expresarse a escala cultural, en la necesidad de asistir a cursos, de vivir nuevas experiencias, de hacer viaje. En el ámbito físico en la necesidad de satisfacer al cuerpo con los placeres de la cocina y del sexo. En el ámbito social en la exigencia de establecer nuevos contactos, conocer otras personas y vivir nuevas e interesantes aventuras. Si el 4 tiende a fijarse en sus carencias, el 7 considera que nunca ha experimentado lo suficiente.
La tendencia a excederse puede manifestarse de las siguientes maneras:

- El permisivismo: orientación instintiva a satisfacer las propias necesidades concediéndose la libertad de obrar de acuerdo con el deseo del momento
- El narcisismo: amor desmesurado a uno mismo, que puede traducirse en el exhibicionismo y el protagonismo o en la necesidad de aparecer como superior a los demás intelectual o socialmente.
- La seducción: el 7 puede valerse de su encanto social para resultar agradable y ganarse la benevolencia, el apoyo y la admiración de los demás.
- La falta de perseverancia: el entusiasmo demostrado ante los estímulos y las novedades se traduce en abandono frente a las dificultades, a menudo los 7 escurren el bulto cuando hay que sacrificarse, ser tenaces y seguir adelante.
- La rebelión: se da en el 7 una actitud de oposición a la autoridad, especialmente cuando esta puede turbar su optimismo o ejercer algún tipo de control sobre su libertad y su imaginación.
La salida de los "siete" consiste en interiorizar la virtud de la sobriedad, que se cultiva mediante la practica de actitudes como las siguientes:
- valorar cada momento con todo lo que de bueno y creativo puede ofrecer.
- llevar adelante los compromisos adquiridos, sin buscar evasiones, distracciones o cambios.
- escuchar al que sufre sin necesidad de pintar las cosas de color de rosa
- saber discernir prudentemente las prioridades. Sin dejarse llevar por el impulso del momento.
- no imponer el propio ritmo ni el propio humor a los demás, sino saber adaptarse a las circunstancias y a las personas.
- amar y celebrar la vida y su aspecto gozoso, pero no a expensas del lado oscuro de la existencia.
- aceptar la enfermedad y las cruces cotidianas como aportación a la propia maduración humana y espiritual.
- experimentar el silencio y la reflexión como ocasiones para acceder a lo profundo de las cosas y no quedarse en la superficie.

Locuaz seductor, busca el placer, evita el dolor. Gastrónomo, simpático, aventurero pero evasivo del compromiso y de los límites. Abierto, compañero divertido, no termina lo que empieza, hace planes pero no los ejecuta. Vende su proyecto pero embauca a otros para que lo realicen.
Los buenos sietes pueden ser buenos teóricos, renacentistas, elegantes y amables.
Los Siete en su infancia eludieron el miedo escapando por medio de las infinitas posibilidades de la imaginación. Suele haber un padre al que se han revelado. Se acercan a las personas para tratar de atraerlas y desarmarlas con su encanto. Adictos a la planificación y a la diversión. Confunde los proyectos con la realidad es un soñador un fantasioso. No tienen límites y sientes que la vida tampoco los tiene. Ansia de satisfacción. Búsqueda del placer, que es una huida del dolor. Complacientes. Capacidad verbal extrema, charlatán. Vendedor, embaucador, tramposo, encantador, poder de persuasión. "No hay problema". La vida es juego. Son bastante payasos y les importa la popularidad. Utiliza la astucia, es listo. Es generoso, nunca renuncia a nada, es dulce. Su lema es "más y más". Tipo gozador. Es narcisista, posee gustos exquisitos y una atracción por las experiencias cumbre. Rehúsa el compromiso o si lo hace no suele cumplir, y aunque parece poco fiable suele ser muy responsable en el trabajo y lo hace con gusto.
Es optimista y siempre ve abiertas futuras posibilidades de éxito.

8. LA LUJURIA. El mandón
El pecado original del jefe es la arrogancia y/o la lujuria. Ambas tendencias nacen de la pasionalidad y en el exceso.
La lujuria es el deseo vehemente de placeres carnales. La arrogancia es la pretensión de estar en la verdad, de imponérsela a los demás o de afirmarla sin amor. Aun manteniendo abiertas ambas tendencias, tomaremos en consideración especial la arrogancia como expresión de poder que puede manifestarse de los siguientes modos.
- El control: exigencia de dominar las situaciones, vencer en una competición, imponerse en un enfrentamiento directo, hacer respetar el propio espacio y las propias opiniones.
- El predominio de la acción: la identidad de esta personalidad esta vinculada a la acción y a los resultados concretos, con el peligro de descuidar o infravalorar la importancia de los sentimientos en las relaciones.
- El sarcasmo: a veces el 8 puede recurrir a actitudes punitivas para hacer valer su superioridad como el sarcasmo, la ironía, la intimidación y la humillación.
- La contestación: frente a las fuerzas que obstaculizan su voluntad y sus convicciones, el 8 puede oponer resistencia rechazando la colaboración, provocando el conflicto, denunciando la injusticia y asumiendo una actitud rebelde.
- La intensidad: la determinación y la aparente seguridad del 8 puede significar falta de sensibilidad a su propio mundo afectivo, inclinación a enmascarar su vulnerabilidad y falta de respeto para con la dignidad y el valor del otro.
Lo que deben aprender los jefes es interiorizar la virtud de la sencillez, que se cultiva mediante la practica de actitudes como las siguientes:
- Dejar que el niño que todos llevamos dentro se manifieste y pueda expresarse.
- Aprender a ser queridos y no temidos por los demás.
- Hacerse más capaces de expresar el aspecto tierno y vulnerable de la propia naturaleza.
- Ser más atentos y sensibles a los sentimientos propios y a los ajenos, sin tratar de negarlos o esconderlos.
- Convencerse de que nadie es autosuficiente y de que una sana dependencia de los demás es señal de humanidad y madurez.
- Reconocer que cada cual tiene su parte de verdad que ofrecer y no pretender imponer la propia.
- Aprender a adaptarse a las personas y a las situaciones sin pretender ejercer el control sobre las cosas.
- Ser pacientes con el prójimo, reprimiendo el impulso da formular juicios apresurados y sumarios sobre las personas.

Tiene que tener el control. Hace demostraciones de fuerza, le encantan las luchas de poder y los enfrentamientos. Forma de vida excesiva: demasiadas cosas, sexo, trasnochador, ruidoso. Da la cara por sí mismo y por sus amigos, combativo, extremadamente protector.
Los Ocho evolucionados son excelentes líderes, poderosos. Tratan de proteger a sus amistades de cualquier peligro.
Los Ocho describen una infancia combativa donde los fuertes eran los respetados y los débiles no lo eran. La sólida coraza del Ocho protege el corazón de un niño dependiente, prematuramente expuesto a circunstancias adversas. Para protegerse captan de inmediato las intenciones negativas de los demás. Encuentran su identidad como justicieros, estando orgullosos de su deseo de defender a los débiles. Su asunto principal es saber quien tiene el poder para ejercer su propio poder sobre la situación y mantener el control. Si los ocho se encuentran en una posición subordinada, minimizarán el hecho de que la autoridad posee control sobre su comportamiento y abusarán de los límites y de la interpretación de las reglas, hasta tener claro cuales serán las consecuencias. El Ocho siempre considera que la verdad siempre surge durante una riña. Los ochos no permiten que se cuestione su propia opinión. En lugar de buscar alianzas o acuerdos, su estrategia es la total usurpación del poder. El modo de liberar la sobrecarga de energía que tienen consiste en excederse, crear problemas, interfiriendo en la vida de sus amistades, excederse con la comida, lel sexo o las sustancias.
Intensidad sin medida. Rebeldía. No sienten culpa ni miedo. Primitivos pero sin rencor, pena o vergüenza. Posesivos, celosos, agresivos, competitivos. Llevan la verdad hasta el escándalo. Gusto por los peligros, temerarios, niega las normas sociales, intolerancia a la frustración. Son la pura acción. No pide para no arriesgarse a una negativa, lo arrebatan. Atropelladores Rechaza la autoridad, rompe con todo obstáculo que le impida realizar sus deseos. No aparece por los psiquiatras.

9. LA PEREZA. El mediador
La pereza es el pecado capital del 9 que tiene el peligro de abandonarse a la inactividad y dejar para mañana lo que tendría que hacer hoy, o de dejarse influir por el humor del momento o por las decisiones de los demás. Los pecados del 9 son por "omisión" y tienen que ver con cosas que no se han hecho, con oportunidades que se han perdido y con cualidades que se han reprimido y se han mantenido ocultas. Prefiere dejar a otros, evitando los conflictos y no afrontando los problemas. La pereza puede asumir las siguientes manifestaciones:
- La resistencia al cambio: predilección por las cosas habituales y rutinarias, agresividad pasiva, tendencia a la resignación.
- El olvido de sí mismo: Dificultades para la introspección y para la conciencia de las propias necesidades, renuncia a los deseos para responder a las expectativas ajenas, tendencia a desacreditarse, necesidad de pasar inadvertido.
- La compensación: tendencia a colmar la inercia mediante actividades compensatorias, como la dependencia del alcohol, de la comida, de la televisión, de la lectura o de un hobby. Trata de narcotizarse para no enfrentar las situaciones difíciles
- La distracción: inclinación a despilfarrar las energías en intereses del momento, sin objetivos de fondo hacia los que orientar el propio esfuerzo.
- Intensidad a través de las pertenencias: La imagen que el 9 tiene de sí mismo está mediatizada por sus contextos de pertenencia, como la familia, el ambiente de trabajo o el grupo de amistades, que contribuyen a definir las funciones y la identidad. Y sobre todo está la búsqueda de fusión con la pareja para compensar la débil identidad personal.
La salida para los mediadores está vinculada a la capacidad de desarrollo de la virtud de la diligencia, que se cultiva mediante la practica de actitudes como las siguientes:
- asumir la responsabilidad por los dones recibidos, implicándose en la vida y con los demás.
- encender el fuego interior de la motivación y apretar algo mas el acelerador.
- afirmar el propio valor y dignidad, conscientes de que no es posible amar al prójimo sin amarse a uno mismo.
- desarrollar la pasión por la vida, sacando a la luz las propias energías y capacidades.
- expresar las opiniones propias y afrontar de manera constructiva los conflictos y las diferencias, evitando hacer creer a toda costa que todo es paz y armonía.
- establecer limites y plazos en la realización de los proyectos, sin perderse en infinitas distracciones o casas no esenciales.
- aprender a centrar la atención tomando la iniciativa, estableciendo prioridades y tomando decisiones.
Obsesivamente ambivalente, ve todos los puntos de vista. Conoce las necesidades de los demás mejor que las propias; agradable, manifiesta la ira en formas indirectas. Los nueve evolucionados pueden ser excelentes pacifistas, consejeros, negociadores. Los Nueve fueron niños que se sintieron ignorados durante su infancia, no se sentían escuchados y las necesidades de los demás eran más importantes que las propias. Se adormecieron y olvidaron sus verdaderos deseos procurándose pequeñas comodidades y sustitutos para el amor. Aprendieron a anestesiarse y a olvidarse de sí mismos al darse cuenta de que sus prioridades probablemente no serían consideradas. Pierden el contacto con lo que quieren al fusionarse con los deseos de los demás. Tienen dificultad en decir que no y sienten que al entablar una relación ni siquiera se han preguntado su necesidad sino la del otro. Se encarga de mantener la paz, de mediar, de estar de acuerdo con los otros. No discuten nada, enseguida asumen la opinión ajena. Son lentos se pierden en los detalles y dan rodeos. No llegan al grano de la cuestión. Sin embargo toda esa tolerancia guarda dentro de ellos un volcán de rabia a punto de erupción. Contienen la ira pero la expresan como terquedad o agresión pasiva.
Es un adormecimiento psíquico, no quieren ver ni trabajarse. Pereza de ser, de sentir su interior, Pereza a la intensidad. Su depresión es resignada. Excesivo conformismo. Aspecto sano, como el campesino satisfecho, Sancho Panza. Tapan la realidad para no enfrentar el dolor. " La vida es simple, no sé por qué la gente se complica". Ni siquiera se da cuenta que sufre, está narcotizado. Se suele evadir a través del hacer cualquier cosa inútil. Aparenta no tener problemas, si bien va experimentando un empobrecimiento. Adopta valores del entorno.


FIN!! POR AHORA :)

Constelaciones Familiares

Como algunos ya conocen, trabajé ayudando a Alex Kalawski en los talleres de Constelaciones Familiares que se realiza en las Teresianas por algún tiempo. Esto me ayudó mucho, desde lo personal, hasta lo profesional, pudiendo constatar su teoría y utilización en los ámbitos de la psicoterapia.



Incluyo algunos links que conozco para que se informen mejor e incluyo un artículo de "LOS ORDENES DEL AMOR", que es un "gran aporte".









Bert Hellinger




Los Ordenes del Amor
Traducción: Sylvia Gómez Pedra

Orden y Amor


Muchos piensan que el amor podría superarlo todo, tan sólo hay que amar lo suficiente para que todo se arregle. La experiencia, sin embargo, demuestra todo lo contrario. Muchos padres tienen que ver que sus hijos, a pesar de su amor, no se desarrollan de la manera que ellos lo desearían. Tienen que ver que sus hijos caen en la enfermedad o en la adicción, o que se suicidan, a pesar de haberles dado todo su amor. Por tanto, aparte del amor, aún se necesita algo más para que este amor se logre: se requiere el conocimiento y el reconocimiento de un orden del amor que actúa en las profundidades del alma.


Orden y Amor
El amor llena lo que el orden abarca.
El uno es el agua, el otro el jarro.
El orden recoge,
el amor fluye.
Orden y amor se entrelazan en su actuar.
Como una melodía, al sonar, se guía por las harmonías,
así el amor se guía por el orden.
Y como el oído difícilmente se habitúa a las disonancias,
por mucho que se expliquen,
así nuestra alma difícilmente se hace
a un amor sin orden.

Algunos tratan a este orden
como si no fuera más que una opinión,
que pudieran tener o variar a gusto.
En realidad, empero, nos viene dado:
actúa aunque no lo entendamos.
No se idea, se encuentra.
Lo conocemos, igual que el sentido y el alma,
por su efecto.
Muchos de estos órdenes son secretos; no pueden ser escudriñados. Obran en lo hondo del alma y frecuentemente los tapamos con nuestras ideas, objeciones, deseos o miedos. Hay que tocar las profundidades del alma para experimentar los órdenes del amor.
Tomar la vida

Primeramente hablaré de los órdenes del amor entre padres e hijos, más concretamente, desde el punto de vista del hijo, del hijo a los padres. También mencionaré algunas perogrulladas que son tan obvias que casi me da vergüenza mencionarlas. Aún así, muchas veces nos olvidamos de ellas.
Lo primero es que los padres, al dar la vida, con este acto que es el más profundo que el ser humano puede realizar, le dan al hijo todo lo que tienen. No pueden ni añadir ni restar nada. En esta consumación del amor, el padre y la madre lo dan todo. Por tanto, el orden del amor comprende que el hijo tome la vida tal como los padres se la den. El hijo no puede omitir ni querer eliminar nada. Ni tampoco puede añadir nada. El hijo es sus padres. Por tanto, en un primer lugar, el orden del amor para un hijo comprende que éste asienta a sus padres, tal como son, sin nigún otro deseo, ni ningún temor. Ya que sólo así cada uno recibe la vida: a través de sus padres, tal como son.
Este tomar es una realización sumamente profunda. Engloba el asentimiento a la vida y al destino, tal como me vengan dados por mis padres. Con los límites que esto me impone. Con las posibilidades que con ello se me abren. Con las implicaciones en los destinos de esta familia y en la culpa de esta familia, en lo grave y en lo leve, sea lo que sea. Este asentimiento es una realización religiosa. Es un desprendimiento, una renuncia a exigencias que sobrepasen aquello que me llegó a través de mis padres. Este asentimiento va mucho más allá de los padres. Por tanto, en esta realización no sólo tengo que mirar a los padres. Tengo que dirigir mi mirada más allá, muy lejos, de donde viene la vida, e inclinarme ante su misterio. Al tomar a mis padres, asiento a este misterio y me abandono a él.
Podéis comprobar en vuestra propia alma cuál es el efecto cuando os imagináis que os inclináis ante vuestros padres, muy profundamente, y les decís: “Tomo la vida al precio entero que a vosotros os costó, y que a mí me cuesta. La tomo con todo lo que encierra, con los límites y con las posibilidades.” En ese momento, el corazón se abre de par en par. Quien logra esta realización está en paz consigo mismo y se siente completo.
Para hacer la contraprueba, también podéis imaginaros el efecto de lo contrario, de que la persona diga: “Quisiera tener otros padres; tal como son, no los quiero.” ¡Qué arrogancia! Quien habla así, se siente vacío y pobre, y no puede estar en paz consigo mismo.
Algunos piensan que, tomando a sus padres enteramente, podrían asimilar algo negativo. Así, no se exponen a la vida en su totalidad. Sin embargo, también pierden lo bueno. Quien asiente a sus padres, tal como son, toma la plenitud de la vida, tal como es.

Lo especial

Sin embargo, aún hay un misterio en todo esto. No puedo argumentarlo, pero cada uno experimenta también que tiene algo único, algo absolutamente personal e irrepetible, algo que no puede deducirse de sus padres. También a eso tiene que asentir. Puede ser algo leve o algo grave, algo bueno, pero también algo malo. No podemos juzgarlo. Pero quien mira al mundo y a su propia vida sin prejuicios, puede ver que, haga lo que haga, todo forma parte de un destino. Independientemente de lo que uno haga o deje de hacer, independientemente de las ideas que defienda o rechace, lo hace cumpliendo un servicio que no comprende. Cuando el indivíduo se entrega a ello, lo vive como una tarea o como una vocación, que no estriba en sus propios méritos, ni tampoco en su culpa, por ejemplo, tratándose de algo grave o cruel. La persona está al servicio de algo más grande. Mirando al mundo de esta manera, las distinciones habituales se acaban. Este hecho lo describo en un poema que se titula:


Lo mismo
Un airecillo sopla y susurra,
el vendaval golpea bramando.
Pero es el mismo viento,
la misma melodía.

La misma agua
nos sacia y nos ahoga,
nos sostiene y nos sepulta.
Lo que vive, consume,
se mantiene y destruye,
en el uno como en el otro
impulsado por la misma fuerza.
Es ella la que cuenta.
¿A quién le sirven, pues, las diferencias?

Hasta aquí, pues, los órdenes fundamentales de la vida: nos viene dado el hecho de que tengamos padres y seamos hijos; y también tenemos algo propio.

Tomar aquello que los padres dan demás. Ahora bien, los padres no sólo les dan la vida a los hijos; también nos dan otras cosas. Nos alimentan, nos educan, nos cuidan, lo que sea. Para el hijo, lo adecuado es que lo tome todo, tal como lo reciba. Cuando el hijo lo toma de buena gana, por regla general es suficiente. También hay excepciones, todos las conocemos, pero por regla general es suficiente. Quizás, no siempre sea lo que desearíamos, pero es suficiente.
En este contexto, el orden implica que el hijo les diga a los padres: “He recibido mucho. Sé que es muchísimo, y es suficiente. Lo tomo con amor.” Así, el hijo se siente lleno y rico, pasara lo que pasara. Además añadé: “El resto lo hago yo mismo.” También ésta es una bella idea. Después, el hijo aún puede decirles a los padres: “Y ahora os dejo en paz.” El efecto de estas frases llega muy hondo, ya que ahora el hijo tiene a sus padres, y los padres tienen a su hijo. Al mismo tiempo, sin embargo, ambas partes están separadas y libres. Los padres han concluido su obra, y el hijo es libre de vivir su vida, con respeto ante los padres y sin dependencia.
Ahora, por un momento, imagináos lo contrario, que un hijo le diga a los padres: “Lo que me dísteis, primero fue lo equivocado, y segundo, demasiado poco. Aún me debéis un montón.” ¿Qué provecho sacará este hijo de la relación con sus padres? Ninguno. ¿Y qué provecho pueden sacar los padres de la relación con su hijo? Tampoco ninguno. Este hijo no puede desligarse de sus padres. El reproche y la exigencia le atan a sus padres, pero de manera que no los tenga. Se siente vacío y pequeño y débil. Éste sería el segundo orden del amor entre hijos y padres.
La medida de un hijo / de una hija.
Además, hay algo que los padres ganan por sus propios méritos. Por ejemplo, cuando la madre tiene un talento especial –pongamos por ejemplo que es pintora y hace unos cuadros preciosos–, es algo que le pertenece a ella y no al hijo. El hijo no puede reclamar el reconocimiento como pintor si no se lo merece por su propio talento y su propio esfuerzo. Algo similar se aplica a la riqueza material de los padres, por ejemplo, a la herencia. El hijo no tiene ningún derecho a reclamarla; si recibe algo, se trata de un mero regalo.
Lo mismo se aplica a la culpa personal de los padres. También ésta les pertenece a ellos solos. A veces, un hijo se arroga el derecho de cargar con esta culpa, por amor y para llevarla en lugar de los padres. También esto contradice del orden. De esta manera, el hijo se arroga algo que no le corresponde. Por ejemplo, cuando los hijos pretenden expiar algo en lugar de los padres, se elevan por encima de éstos. Entonces los padres son tratados como hijos, y los hijos tienen que cuidarlos como si ellos fueran los padres.
Hace poco, en un grupo tuve a una mujer cuyo padre era ciego, y la madre, sorda. Los dos se complementaban bien. La mujer, sin embargo, pensaba que tenía que cuidar a los padres. Cuando configuramos su familia, se comportaba como si ella fuera la mayor. La madre, sin embargo, le dijo a la hija: “Aquello con Papá lo sé hacer yo sola.” Y el padre le dijo: “Aquello con Mamá lo sé hacer yo solo. Para eso no te necesitamos.” La mujer reaccionó muy decepcionada; había sido reducida a la medida de una hija.
La noche siguiente no pudo dormir. En general tenía problemas para dormir. Me preguntó si yo le podía ayudar. Le dije: “A veces, la persona que no puede dormir piensa que debería vigilar.” Después, le conté una historia de Borchert, de un niño que en el Berlín de la posguerra vigilaba a su hermano muerto, para que no se lo comieran las ratas. El niño estaba totalmente agotado porque pensaba que tenía que quedarse despierto. Finalmente pasó un hombre que, amablemente, le dijo: “¡Pero si de noche las ratas duermen!” Y el niño se durmió.
La noche siguiente, la mujer durmió mejor.
Por tanto, en tercer lugar, los órdenes del amor entre hijos y padres comprenden que nosotros respetemos aquello que personalmente les pertenece a los padres y que ellos saben y tienen que hacer solos.

Tomar y exigir. También un cuarto elemento forma parte de los órdenes del amor entre hijos y padres: los padres son grandes, y los hijos, pequeños. Por tanto, corresponde que los hijos tomen y que los padres den. Dado que el hijo recibe tanto, siente la necesidad de compensarlo. Nos resulta difícil recibir algo sin que nosotros mismo demos. Pero con nuestros padres nunca podemos compensar lo que recibimos; ellos siempre dan muchísimo más de lo que nosotros podamos devolver.
Algunos hijos esquivan la presión de compensar, esquivan la obligación o la culpa que sienten. En un caso así dicen: “Prefiero no tomar nada, así tampoco siento ninguna obligación ni culpa.” Estos hijos se cierran ante sus padres, sintiéndose pobres y vacíos en consecuencia. El orden sería que dijeran: “Lo tomo todo, con amor.” Miran a sus padres con alegría, y los padres ven lo felices que son sus hijos. Ésta es una manera de tomar que al mismo tiempo compensa, porque los padres se sienten valorados a través de este tomar con amor. Así, aún dan con más ganas.
En cambio, cuando los hijos dicen: “Me tenéis que dar aún más”, el corazón de los padres se cierra. Puesto que el hijo exige, ya no pueden colmarlo de amor. Éste es el efecto de tales exigencias. Asimismo, el hijo, aunque reciba, ya no puede tomarlo.
La compensación
En el fondo, la compensación entre dar y tomar en la familia consiste en pasar lo recibido a otros. Cuando el hijo dice: “Lo tomo todo y, cuando sea mayor, lo pasaré a otros.”, los padres se sienten felices. Así, pues, el hijo, al dar, no mira hacia atrás, sino hacia delante. Al fin y al cabo, los padres hicieron lo mismo: tomaron de sus padres para pasarlo a sus propios hijos. Precisamente por haber tomado tanto, sienten la presión de pasar mucho a otros, y pueden hacerlo.
Hasta aquí los órdenes del amor entre hijos y padres.


La red familiar
Ahora bien, no solo pertenecemos a nuestros padres, sino también formamos parte de una red familiar, de un sistema mayor. La red familiar actúa como dirigida por una instancia superior, vinculante para todos sus miembros. Es comparable a una bandada de pájaros: de repente, todos giran en otra dirección, como dirigidos por una fuerza superior que actúa en todos ellos. En la red familiar, esta instancia superior actúa como una conciencia común. Esta conciencia permanece mayormente inconsciente. Así, pues, conocemos los órdenes a los que esta conciencia sirve por los efectos de nuestros actos que respetan o infringen estas leyes.
Primeramente quisiera definir el círculo de personas que esta conciencia abarca y dirige. Ya que por los efectos puede conocerse su ámbito de influencia. Así, pues, la red familiar comprende:
- todos los hijos, también los que murieron o nacieron muertos;
- los padres y todos sus hermanos;
- los abuelos;
- a veces, alguno de los bisabuelos, e incluso antepasados más lejanos, sobre todo aquéllos que sufrieron una suerte trágica;
- y también forman parte personas que no son familiares, a saber, todos aquéllos por cuya muerte o desgracia otros en la familia tuvieron una ventaja, por ejemplo, parejas anteriores de los padres o abuelos.

El derecho a la pertenencia

En el seno de la red familiar rige el orden fundamental, la ley fundamental de que cada uno de sus miembros tiene el mismo derecho a la pertenencia. En muchas familias hay determinados miembros que son excluidos, por ejemplo, cuando algunos dicen: “Este tío es un veleta, éste no pertenece con nosotros.” O: “De este hijo ilegítmo no queremos saber nada.” De esta manera se les niega el derecho a la pertenencia.
O también hay personas que dicen: “Yo soy católico y tú, protestante. Yo, como católico, tengo más derecho a formar parte que tú.” O a la inversa: “Yo, como protestante, tengo más derecho, porque mi fé es más ortodoxa. Tú tienes menos fe que yo, por tanto, tienes menos derecho a formar parte.” Este caso ya no se da con tanta frecuencia hoy en día, pero aún se encuentra.
O cuando un hijo muere en temprana edad, los padres le dan al hijo que nace después de él el nombre de este hermano muerto. De esta manera le dicen al hijo muerto: “Ya no formas parte. Tenemos a alguien que te sustituya.” El hijo muerto ni siquiera conserva su propio nombre. Muchas veces, tampoco se le cuenta entre los hermanos, ni se le menciona. Así se niega y se rehusa su derecho a la pertenencia.
En la práctica, gran parte de la moral de aquellos que se consideran mejores y superiores a otros significa: “Yo tengo más derecho a formar parte que tú.” O cuando se tiene un mal concepto de alguien o se le considera malo, de hecho se le está diciendo: “Tú tienes menos derecho a formar parte que yo.” En este caso, bueno significa “yo tengo más derechos”, y malo significa “tú tienes menos derechos”.
Los excluidos son representados
Esta ley fundamental de que cada uno tiene el mismo derecho a la pertenencia no tolera ninguna infracción. Donde esto ocurre, inconscientemente se desarrolla una necesidad de compensación en el sistema, que conduce a que los excluidos o menospreciados posteriormente sean representados por otros miembros de la familia, sin que éstos se den cuenta.
Así, por ejemplo, cuando un hombre, durante su matrimonio, conoce a otra mujer y le dice a su esposa: “Ya no quiero saber nada de ti”, alegando además excusas gratuitas que suponen una injusticia para ella, entonces esta mujer será representada posteriormente por una hija o un hijo del segundo matrimonio del marido. En consecuencia, esta hija luchará contra su padre con el mismo odio que la mujer rechazada siente; sin embargo, ni siquiera sabe que la está representando. Aquí actúa una fuerza oculta procurando la compensación para que la injusticia que se cometió con la anterior sea vengada por una posterior.
Muchos sucesos trágicos o conflictivos en la familia, como pueden ser los trastornos en el comportamiento de los hijos, pero también enfermedades y el peligro de sufrir accidentes o de suicidarse, radican en el hecho de que, inconscientemente, el hijo / la hija representa a una persona excluida, procurándole el reconocimiento. Aquí se revela aún otra característica de la instancia superior: es justa con los anteriores, e injusta con los posteriores.

Liberarse de las implicaciones
La liberación de este tipo de implicaciones requiere el restablecimiento del orden fundamental, es decir, que los excluidos vuelvan a ser integrados y valorados. Así, por ejemplo, la segunda mujer debería decirle a la primera: “Tengo al marido a costa tuya. Lo valoro, y reconozco que sufriste una injusticia. Por favor, míranos con buenos ojos, a mí y a mis hijos.” De esta manera se respeta a la primera mujer. En el trabajo con constelaciones familiares se puede ver cómo se relaja la expresión de la primera mujer, lo amable que se vuelve de repente, porque es respetada. Así se reconoce que también ella forma parte del sistema familiar.
La solución también implica que la hija que represente a esta mujer le diga interiormente: “Yo sólo soy de mi madre y de mi padre. Lo que hubo entre vosotros adultos, no es asunto mío.” A su padre le dice: “Tú eres mi padre, y yo soy tu hija. Por favor, mírame como tu hija.” Así, el padre ya no tiene que ver en ella a la mujer anterior, ni encontrarse con el odio o el dolor que ésta quizás sienta. O si aún la ama, no tiene que ver a la hija como una amante, sino sólo como su hija. Así, la hija puede ser hija, y el padre es padre.
Además, la hija tiene que decirle a su padre: “Ésta es mi madre. Con tu mujer anterior no tengo nada que ver. Yo tomo a mi madre. Ella es la verdadera para mí.” A continuación tiene que decirle a la madre: “Con la otra mujer no tengo nada que ver.” De lo contrario, esta hija se convierte en una rival de la madre, lo cual le impide ser hija. Así, quizás, la madre inconscientemente vea en ella a la otra mujer, por lo que madre e hija entran en un conflicto como dos amantes rivales. En cambio, si la hija dice: “Tú eres mi madre y yo soy la hija; con la otra no tengo nada que ver. Te tomo a ti como mi madre. Por favor, tómame como tu hija.”, el orden se restablece.
Pero aún existen implicaciones mucho más graves. Por ejemplo, cuando en una familia muere un hijo en temprana edad, frecuentemente los hijos que siguen con vida se sienten culpables por estar vivos mientras que su hermano está muerto. Piensan que tienen una ventaja porque viven, y que el otro está en desventaja por estar muerto. Así, pretenden compensarlo, por ejemplo, fracasando, o sufriendo, o cayendo enfermo, o incluso queriendo morir, sin saber por qué.
Aquí, el orden del amor consistiría en que interiormente le dijeran a su hermano muerto: “Tú eres mi hermano –o mi hermana–, te respeto como mi hermano y como mi hermana. En mi corazón tienes un lugar. Me inclino ante tu destino, cualquiera que fuera, y asumo mi propio destino, tal como me venga dado.” Así, el hijo muerto es respetado, y los demás pueden seguir viviendo sin sentirse culpables.
La imagen mágica del mundo, y sus consecuencias
Detrás de la necesidad de compensación, que lleva a la enfermedad, actúa una idea mágica, a saber, la idea de que yo podría redimir a otro de su destino difícil tomando sobre mí algo difícil también. Así, un hijo le dice a su madre gravemente enferma: “Prefiero caer enfermo yo antes que tú. Prefiero morir yo antes que tú.” O cuando la madre quiere acabar con su vida, un hijo se suicida para que la madre pueda quedarse.
Un ejemplo de esta dinámica sería la anorexia. Una anoréctica se va consumiendo, va desapareciendo, para decirlo así, hasta morirse. En su alma, esta hija le está diciendo a su padre o a su madre: “Prefiero desaparecer yo antes que tú.” Aquí actúa un profundo amor. Pero cuando la hija muere, ¿de qué sirve? Es un amor absolutamente vano.
Cuando trabajo con personas anorexicas, les pido que le miren a los ojos a su padre o a su madre y que les digan: “Prefiero desaparecer yo antes que tú.” Si le mira a los ojos al decirlo, hasta que realmente lo vea, ya no puede decir esta frase, porque ve que el padre o la madre no aceptaría esto de ella. Ya que en el amor mágico se descuida por completo el hecho de que también la otra persona ama y que rechazaría esta idea, aparte de que sería en vano.
Cuando la madre murió en el parto de un niño, este hijo tiene grandes dificultades para tomar su vida. Tendría que mirar a los ojos de su madre y decirle: “Mamá, incluso por este precio tan alto la tomo; y le sacaré provecho, en memoria tuya. Quiero que sepas que no fue en vano.” Éste sería un amor a un nivel superior. Un amor que exige despedirse de la imagen mágica de poder intervenir y cambiar el destino de otra persona. Requiere el paso de un amor que enferma a un amor que sana.
La idea y el amor mágicos van acompañados de un sentimiento de poder y de superioridad. El hijo realmente piensa que, a través de su enfermedad y de su muerte, podría salvar a otro de su enfermedad y de la muerte. Renunciar a esta idea únicamente es posible a través de la humildad.
Hasta aquí los órdenes del amor en la relación entre hijos y padres.
Hombres y mujeres
Aún quisiera hablar de los órdenes del amor en la relación de pareja. Este tema nos resulta el más inmediato. A algunos les da vergüenza, como si se tratara de algo que habría que ocultar. Ya que, de hecho, aquello que distingue a hombres y mujeres, aquello que realmente los diferencia, se esconde; también se podría decir, se guarda. En realidad es el punto más vulnerable de cada persona, el auténtico punto del pudor. En este contexto, pudor significa: guardo algo para que no pase nada malo. Y también es el punto en el que nos sentimos más expuestos.
Así, algunos hablan con desprecio del instinto sexual, olvidándose de que ésta es la verdadera fuerza, la más profunda, que une y dirige todo; que obliga a cada uno a un servicio sin poder evitarlo. Razonablemente nadie se casaría ni tendría hijos; eso sólo lo logra este instinto. A través de él nos encontramos en máxima sintonía con el alma del mundo. Este instinto es lo más espiritual que existe. Toda razón y todo razonamiento se desvanecen ante la fuerza inherente a este instinto.
Así, en un primer lugar, el orden del amor entre hombre y mujer implica que el hombre admita que le falta la mujer y que él, por sí solo, nunca podría conseguir aquello que una mujer tiene. Asimismo, la mujer tiene que admitir que le falta el hombre y que ella, por sí sola, nunca podría alcanzar aquello que el hombre tiene. De esta manera, ambos se experimentan como incompletos, y lo admiten.
Cuando el hombre admite que necesita a la mujer y que únicamente se convierte en hombre a través de la mujer, y cuando la mujer admite que necesita al hombre y que únicamente se convierte en mujer a través del hombre, esta necesidad los une – justamente porque la admiten. Así, el hombre recibe de la mujer lo femenino, como un obsequio, y la mujer recibe del hombre lo masculino, también en obsequio.
Ahora imagináos que un hombre realmente desarrollara lo femenino en sí mismo, y que una mujer desarrollara realmente lo masculino en ella misma, tal como muchos se lo imaginan como un ideal, y que este hombre que haya desarrollado lo femenino en sí mismo quiera unirse con una mujer que haya desarrollado lo masculino en sí misma. ¿Qué profundidad podrá alcanzar esta relación? En el fondo no se necesitan. En cambio, si el hombre renuncia a lo femenino en sí mismo, y la mujer renuncia a lo masculino en ella misma, ambos se necesitan y se ven unidos.
El vínculo
Cuando el hombre y la mujer mutuamente se toman como hombre y como mujer, en un pleno sentido, a través de la consumación de su amor se crea un vínculo. Este vínculo es indisoluble. Esto no tiene nada que ver con la doctrina moral de la Iglesia acerca de la indisolubilidad del matrimonio. La consumación del amor crea un vínculo independiente del matrimonio e independiente de cualquier rito exterior.
Que este vínculo existe se percibe por los efectos. Así, por ejemplo, la persona que se separa a la ligera de la pareja a la que estaba unida por la consumación del amor, por regla general no podrá conservar a otra pareja en una segunda relación. Ya que la segunda pareja percibe el vículo con el primer compañero, por lo que no se atreve a tomar a la pareja plenamente. Cuando un hombre abandona a una mujer y se vuelve a casar, la segunda mujer quizás se considere mejor, diciendo: “Ahora lo tengo para mí.” No obstante, lo perderá. Si triunfa, lo perderá. De esta manera, la segunda mujer reconoce el vínculo del marido con su primera mujer.
Así, tampoco tomará al marido plenamente. En las constelaciones familiares se puede ver que una segunda mujer se aparta algo del marido. No se atreve a ponerse cerca de él porque no se trata del primer vínculo, sino del segundo.
La profundidad del vínculo puede deducirse de sus consecuencias. La separación del primer amor es la más difícil; es la que más duele. Cuando una segunda relación se separa, el dolor es menor. En la tercera es aún menor.
Sin embargo, vínculo no equivale a amor. El amor puede ser escaso, y el vínculo, profundo. Por otra parte, el amor puede ser profundo, y el vínculo, ínfimo. El vínculo se crea a través de la realización sexual. Por eso, también se desarrolla en el incesto y en la violación. Para que posteriormente se pueda establecer un nuevo vínculo, el primero debe ser resuelto de manera positiva. El vínculo se resuelve reconociéndolo y valorando a la primera pareja. Quien rechaza y desprecia el primer vínculo, impide el vínculo siguiente.
La jerarquía
El fruto del amor entre el hombre y la mujer son los hijos. También aquí hay que tener en cuenta un orden del amor, una jerarquía. Ésta depende del principio. Quiere decir que, por regla general, aquello que estuvo primero también tiene prioridad sobre aquello que vino después. En una familia, primero hubo la pareja del marido y de la mujer. Su amor fundamenta la familia. Por tanto, su amor como hombre y mujer tiene prioridad sobre todo lo que venga después, es decir, sobre su amor de padres hacia sus hijos. Frecuentemente, sin embargo, los hijos absorben todo la atención en una familia. En consecuencia, los padres en un primer lugar ya no son pareja, sino padres. En una caso así, los hijos más bien se encuentran mal.
Donde la relación de pareja tiene prioridad, el padre le dice a su hijo: “En ti respeto y amo también a tu madre”. Y la madre le dice: “En ti respeto y amo también a tu padre”. Y la mujer le dice al marido: “En nuestros hijos te respeto y te amo”. Y el marido le dice a la mujer: “En nuestros hijos te respeto y te amo”. Así, el amor de los padres es una continuación del amor de pareja, y es éste el que tiene prioridad. De esta manera, los hijos se encuentran muy bien.
Algunas familias son segundas o terceras familias, por ejemplo, cuando el marido y la mujer ya estuvieron casados anteriormente y aportaron sus hijos del matrimonio anterior a su nuevo matrimonio. ¿Cuál sería la jerarquía en este caso?
En un primer lugar son padre o madre de sus hijos. Y sólo después son pareja. Su amor de pareja no puede continuarse en estos hijos, porque ya antes fueron padres. Por tanto, la nueva pareja tiene que reconocer que el nuevo compañero en primer lugar es padre o madre de sus hijos, y que su mayor amor y su mayor fuerza se dirige a sus hijos, y naturalmente, a través de los hijos, también a la pareja anterior. Sólo después, su amor y su fuerza también fluyen hacia la nueva pareja. Donde ambos compañeros reconocen este hecho, su amor tiene posibilidades de lograrse.
En cambio, donde uno le dice al otro: “Yo tengo prioridad en el amor, y sólo después vienen tus hijos”, la relación peligra. Esta actitud no puede sostenerse a la larga. Cuando, más tarde, la pareja también tiene hijos comunes, en un primer lugar son padre y madre de los hijos de su primer matrimonio; en segundo lugar son pareja, y en tercer lugar son padres para sus hijos comunes. Éste sería el orden en un caso así. Conociéndolo es posible solucionar o evitar conflictos en muchas familias.
Hasta aquí algunos órdenes del amor en la relación entre hombre y mujer.
Al final aún os contaré una historia en relación al amor. Se titula:

Las dos Caras de la Felicidad

En viejos tiempos, cuando los dioses aún parecían muy cercanos a los hombres, había en una ciudad pequeña dos cantantes, los dos del mismo nombre: Orfeo.
Uno de ellos era el grande. Había inventado la cítara, una forma primitiva de la guitarra, y cuando tocaba las cuerdas para cantar, la naturaleza a su alrededor quedaba encantada. Los animales salvajes reposaban mansamente a sus pies, los altos árboles se inclinaban hacia él: nada se resistía a sus melodías.
Como era tan grande, cortejó la mujer más bella.
Después empezó el descenso.

Aún mientras se celebraba la boda, la bella Eurídice murió, y la copa colmada, aún antes de llegar a sus labios, se rompió. Pero para el gran Orfeo la muerte aún no fue el final. Mediante su arte sublime encontró la entrada a los Infiernos, bajó al Reino de las Sombras, atravesó el Río del Olvido, logró pasar delante del Cancerbero, llegó con vida al trono del Dios de los Muertos y lo conmovió con su cantar.

La muerte libertó a Eurídice - pero bajo una condición ...
Y tan feliz estaba Orfeo que no percibió la malicia en este favor. Emprendió el camino de vuelta oyendo, detrás de sí, los pasos de la mujer amada. Pasaron ilesos ante el Cancerbero, atravesaron el Río del Olvido, comenzaron la subida hacia la luz, ya la veían de lejos. De repente, Orfeo oyó un grito - Eurídice había tropezado -, se giró sobresaltado, vio aún las sombras desvanecerse en la noche: estaba solo. Anegado en su dolor, cantó la canción de despedida: "¡Ay, la perdí, toda mi felicidad se fue con ella!"

El mismo encontró el camino a la luz del día, pero la vida se le había hecho extraña entre los muertos. Cuando unas mujeres borrachas quisieron llevarlo a la fiesta del vino nuevo, se negó, y ellas lo desgarraron vivo. Tan grande fue su desdicha, tan vano su arte. Pero: ¡todo el mundo le conoce!

El otro Orfeo era el pequeño. No era más que un cantor, actuaba en fiestas sencillas, tocaba para la gente sencilla, daba una alegría sencilla, y él mismo se lo pasaba bien. Como no podía vivir de su arte, aprendió también otra profesión, corriente, se casó con una mujer corriente, tuvo hijos corrientes, pecaba de vez en cuando, era corrientemente feliz y murió viejo y saciado de vida.
Pero: nadie lo conoce - ¡menos yo!


The End...

domingo, agosto 14, 2005

Somos distintos, únicos e irrepetibles....

Al mirar todo lo que me rodea, pierdo un poco el sentido de la realidad. Si bien es cierto todos tenemos nuestro código valórico, nos cuesta a veces acomodarnos "a este mundo".

Nuestra verdad se basa en nuestra felicidad... ¿pero que pasa cuando esta felicidad pasa a llevar a otros?... una profunda y noble mirada interna nos ayudará a seguir adelante.